jueves, 4 de septiembre de 2008

Ampliar la red

La suerte salvó del desastre cinco sismógrafos adquiridos por Funvisis. Los equipos se encontraban en los depósitos de un agente aduanal, cuyas oficinas sobrevivieron al alud torrencial que sepultó al estado Vargas. Los investigadores del organismo no dudan de calificar los aparatos como "estratégicos" para recabar datos sobre la actividad sismológica del país, donde ocurren mensualmente cerca de 20 movimientos telúricos.
En Funvisis nadie se siente conforme con la densidad de la red de sismógrafos existente en el país: unos 40 aparatos, distribuidos a lo largo del sistema de fallas que recorre a Venezuela. Una densidad mayor de sismógrafos permitiría, por ejemplo, determinar casi de inmediato el epicentro de algún movimiento telúrico y la profundidad de la fractura que provocó el temblor.
La utilidad de esta información rebasa el mero interés científico. Fran Audemard, jefe del Departamento de Ciencias de la Tierra de Funvisis, asegura que una evaluación rápida "permitiría una respuesta temprana frente a una emergencia sísmica". Actualmente hay que esperar al menos 30 minutos para identificar el lugar de origen de un movimiento telúrico. La organización tiene en marcha un plan para incrementar el número de estos equipos. Cada aparato tiene un valor aproximado de 15.000 dólares. La prioridad es adquirir equipos de "banda ancha", capaces de registrar, sin saturarse, los temblores de mayor intensidad. Sin información, no hay planes de prevención posibles.

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